Relatos de Esparto

Wednesday, February 21, 2007

LOS TORDOS



Rascándome las costras que el tiempo ha dejado en mi frente. quiero recordar momentos, los más felices, que me gané, siempre, a costa de correazos.
La Granja era un paraíso. Huerta, riego, flores que nunca faltaban en la iglesia y, sobre todo, un paseo bordeado por frutales de diversa índole que colmaban nuestros más deseables y apetitosas meriendas. Pero no éramos nosotros solos los comensales.
Una plaga de tordos, cada tarde, casi al anochecer, aparcaba en los perales y manzanos, "poniéndose las botas", algo que no me parecía mal, ya que había fruta para todos. Lo que no podía ser es que, al igual que a mí me obligaban a comer una pieza entera de fruta, los tordos se dedicaran a picotear todas, dejándolas inservibles, haciéndoles, encima, la cama a la multitud de gusanos que, como corte, siempre les acompañaban.
Intentábamos espantarlos. Hasta incluso les pusimos muñecos, hechos con carcasas de calabazas vaciadas, pero ni por esas; encima se cagaban encima de ellas.
Desesperados, la solución, así lo pensamos, nos la dió el hermano Román: espartos con liga.
Pero qué liga? A quién le íbamos a quitar una liga? Contando con la cantidad de frutales, aunque desecháramos las moreras, por lo menos, nos tendríamos que hacer con cuarenta o cincuenta ligas.
Aquella tarde hubo cónclave. A mí no me cuadraba. El Cojobolas, como era huérfano, no tenía donde robar una liga. Entre el Pirracas, Pepequín y yo, más de tres o cuatro ligas, aún desenparejándolas, no nos cuadraba el número. Pedir ligas a otros compañeros era un poco fuerte.
Había que probar. El esparto no era problerma, ya que el hermano "CHINO", el pastor, se tiraba todo el día tejiendo tomizas y siempre tenía un remanente. Total, con un mazo...
La liga, solo para probar, quedó Pepequín en traerla al día siguiente, aunque tuviera que desemparejarle un juego a su hermana; se le podría haber caído al tenderla, pensó.
Lo que no acababa de entender era qué morbo podría atraer a los tordos, hasta dejarse capturar, el ver un manojo de esparto rodeado con una liga...
Allí que la pusimos, además, era de colores, debajo del peral, donde más calor hacía.
La hacina de sarmientos bullía con nuestros murmullos. La liga, abrazando los espartos, resplandecía. El peral, lleno de tordos picando nuestras peras. Qué rabia!, no reparaban en nuestra liga!...
Aquello no podía ser. Era una burla para nuestro amor propio. Quedaba el recurso del tirachinas del Pirracas.
Y la liga, con su esparto, allí, como algo tonto, sin tordos ni muslo que sujetar.Cuando las cosas se hacen sin meditar, nunca suelen salir bien; eso lo sé ahora.
Lo cierto es que el tirachinas voló por el aire hasta caer en mis manos. La china voló más aprisa y cayó... en la frente de Pepequín.
Sangrando, lo llevamos a casa del hermano Corchetes que le aplicó un emplaste de sal con miel. No se quejaba, pero se veía que le dolía.
Los tordos no se iban a reir, aunque tuviésemos que robar las ligas de todas las mujeres del pueblo...
Greco

4 Comments:

  • At 1:24 AM, Anonymous Anonymous said…

    Cuando he llegado a..."como algo tonto, sin tordos ni muslo que sujetar"...jajaja,inevitablemente me ha venido a la mente la voz en off en "Cuéntame"...es que vamos! son relatos Greco, que los has de dejar grabados con tu VOZ. Piénsatelo, anda!!!
    Azar

     
  • At 8:10 AM, Blogger Greco said…

    Gracias, Azar, me pensaré la idea de grabarlos, aunque no es nada fácil.
    Un beso

     
  • At 11:13 PM, Anonymous Anonymous said…

    si a mi me recuerdan las historias de mi infancia, ves ahora si soy yo. una persona seria

     
  • At 11:13 PM, Anonymous Anonymous said…

    si a mi me recuerdan las historias de mi infancia, ves ahora si soy yo. una persona seria

     

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