Relatos de Esparto

Thursday, February 08, 2007

LA MATANZA



No eran las seis de la mañana, cuando ya estábamos en el corral. No nos importaba el frío ni el escarchazo caído durante esa dura noche de diciembre.
El trajín de los mozos era algo insospechado para mi hermana Pilar y para mí.¨´Ibamos a presenciar, por primera vez, en directo, el rito de la "matazón".
Durante todo el año, se habían ido cebando, a base de patatas y salvado, aquellos cinco hermosos gorrinos que hoy iban a ver el fin de su placentera vida. Todo se preparaba con cuidadosa premura. La mesa, el esportillo con la herramienta a la que el matarife, el "Tío Santos", le daba los últimos toques. Nunca había visto cuchillos tan grandes y de formas tan raras. Grandes montones de aliagas, traídas el día anterior del monte, para chuscarrar los marranos, como si los depilasen despues de muertos, lebrillos para recoger la sangre, todo estaba preparado en el corral.
Dentro de la casa, ocho o diez mozas se afanaban, delante de la lumbre, picando montañas de cebollas, para hacer morcillas, decían y preparando unos palos muy largos para colgar los chorizos y las morcillas. Era una mañana diferente, en la que, por todas partes, olía a especias.
Cuando todo estuvo en orden, a la voz del matarife, cuatro fornidos mozos se introdujeron en la cochiquera de la primera víctima, a la que prácticamente arrastraron, no sin que el animal se resistiese gruñendo y lanzando navajazos a distro y siniestro, con sus espectaculares colmillos. De nada le sirvió; en unos instantes, estaba sobre la mesa. Fué entonces cuando el matarife hundió su cuchillo más largo en el cuello del berraco, como si pinchase en manteca, según me comentó Pilar, pues yo no pude verlo y me volví de espaldas; sólo oía unos tremendos gruñidos que, poco a poco, se fueron apagando hasta convertirse en estertores. Después, nada.
Fué entonces cuando me volví a girar y me encontré con el gorrino quieto y desbordando su gran voluminosidad por los laterales de la mesa, pero todavía seguía fluyendo la sangre de su cuello en el lebrillo donde una moza había echado sal y revolvía la sangre, de forma indolente, acostumbrada a hacerlo y como si no fuese la cosa con ella, apesar de estar enfangada de sangre hasta el codo.
Después de la brega con el bicho, los mozos se tomaban un descanso, fumando y comentando las incidencias, las arrobas que pesaría, el tocino que tendría y el peso de los jamones.
Ya arde la pira de aliagas que chisporrotéan como si estuvieran alegres. Allí va a parar el cerdo al que, despues de darle varias vueltas, lo rascaban con pedazos de teja y le sacaban jirones de piel negruzca. Y otra vez a la mesa, donde lo acaban de asear.
La curiosidad no nos deja sentir el frío que, sin duda, hace. Ahora es cuando el matarife va a dar una lección magistral con toda su serie de herramientas, cuchillos de todas clases y tamaños.
Comienza el despiece. Es como un arbol al que le van quitando ramas, pero con sumo cuidado para no destrozar ninguna. Tras abrir el cerdo en canal, comienza a separar los jamones, las paletillas, el forro de cabeza..., así hasta el rabo, pieza ésta codiciada que, junto con un buen somarro, termina en la brasa de las aliagas. Ese va a ser nuestro almuerzo. Ahora, nos queda por obtener el troféo más preciado: la vejiga.
Despues de dar cuenta del almuerzo, comenzaremos a sobarla con serrín, hasta dejarla limpia y poderla inflar. Nos servirá para nuestros juegos en la calle hasta que, inexorablemente, acabe hecha jirones, abandonada en cualquier arbusto.
Ya llega el día, arrecia el frío. En el ambiente, flota el olor a especias y a monte bajo. La matanza continúa. El día es largo.
Greco

4 Comments:

  • At 6:39 PM, Anonymous Anonymous said…

    Muy buena descripción del "Sanmartin"

     
  • At 11:52 AM, Blogger Greco said…

    Gracias por tu visita. En la Mancha, la verdad es que, antiguamente, a esta faena, la llamaban "la matazón".

     
  • At 8:55 PM, Anonymous Anonymous said…

    GRECO, yo que hago matanza todos los años a la antigua usanza , lo describes como si lo hicieses tu todos los años , el chuscarrar el cochino con aliagas le da el punto idoneo para que todo este exquisito , me gusta to y to .
    pelo.pinxo

     
  • At 8:46 AM, Blogger Greco said…

    Y seguramente, PELO PINXO, los chorizos y morcillas que hagas serán estupendos.
    Supongo que te comerás el mejor somarrete, eh?
    Un abrazo.

     

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