Relatos de Esparto

Saturday, February 03, 2007

RIZO

La misma senda, una vez más, ribeteada de espliegos y tomillos amigos, donde las chicharras saludan incansables al viejo pastor.
Conoce sus piedras de una en una y pasa junto a ellas, casi sin pisarlas, con respeto, sabiendo que, cuando, por primera vez, conoció esa misma senda, ellas ya estaban allí, esperándole, como queriéndole contar miles de anécdotas de sus ancestros.
Cuántos recuerdos!
Arre, Rizo!
Rizo es el asno dócil y fiel que aguanta sus enjutas carnes desde hace... no sabe cuántos años; sólo recuerda que lo compró allá, para Todos los Santos de no se sabe cuándo, pero que, aunque cansino, le ayuda cada tarde a acarrear la leche de sus pocas cabras.
Y así, sin prisas, siempre cavilante, se acerca a la aldea. Ya huele a humo de paja y pan reciente.
En casa, un viejo alfar abandonado, poco o nada le espera y, para lo que hay que ver, para qué quiere luz? A fin de cuentas, la de la luna penetra por un ventanuco que, en invierno, tapa con retamas.
No limpia porque no está sucio;`para él, el barro que arrastran sus abarcas no es sucio, como tampoco es el pan que amasa con su sudor o el olor que despide Rizo cuando duerme junto a él, en la misma paja.
La suciedad no existe en el viejo alfar, como tampoco existe en la vieja taberna que, cada anochecer, como si de un rito se tratase, visita para aclarar su garganta y limpiarla del rojo polvo que por la reseca senda tiene asentados sus reales.
Después, cuando ya es noche cerrada, abrigado con su manta zamorana, por cabecera la albarda, se deja llevar por el sueño tranquilo que su buena concienca le proporciona, sin sobresaltos, y espera el mañana.
Ahora el cura madruga y se siente acompañado por el tañido de la campana que parece despedirlo.
Compró su suministro, poco porque casi nada necesita ya que el amigo campo también le provee sin pedirle cosa a cambio. Prepara el asno, carga las cántaras. Como puede, lo monta y sale, una vez más, a la misma senda, hacia la misma dehesa, al encuentro de sus cabras. Y también, una vez más, el vaivén de su vida pasa por las viejas piedras a las que casi reverencia, por los tomillos amigos, por los recuerdos de algo que hace tiempo fué.
Arre, Rizo!
Greco








2 Comments:

  • At 7:21 PM, Anonymous Anonymous said…

    El vaivén de las vidas pasan como la de este viejo pastor y la de Rizo, la vida con su tic-tac quizás lento pero pasa, pasa.

    Tus poemas son buenos pero tus narraciones, fantásticas tienen fuerza.

    Bruma

     
  • At 5:12 PM, Blogger Greco said…

    Gracias, Bruma, por pasarte por este nuevo blog. Me alegro de que te guste.

     

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