Relatos de Esparto

Sunday, July 29, 2007

ZACARÍAS EL CHAMARILERO (2ª parte)


No bien se dio media vuelta para retomar su sueño, aquellos golpes sonaron insistentes, en esta ocasión, con más fuerza. Tambié percibió lo que le pareció un gemido. Eso hizo que acudiera presto, para tratar de ver y ayudar a quien pudiera andar descarriado por aquellos andurriales. No podía ser de otra forma.
--Quién va?
--Abra, por el amor de Dios.
No podía dar crédito a lo que tenía delante de sí.
--Pero, buena mujer, qué haceis, a estas horas por aquí? No sabeis de los peligros que correis con tantas alimañas como por aquí habitan? Pasad, pasad, debeis estar congelada.
Aquellos ojos, llenos de un agradecimiento infinito, quedaron grabados a fuego en el corazón del viejo Zacarías.
--Perdonad, buen hombre, que os venga a molestar a estas horas tan intempestivas, pero no teníamos dónde pasar la noche y el humo de vuestra cabaña nos ha dirigido hacia vos.
--"No teníais"..., acaso...?
La mujer, en aquel momento, desenvolviendo el hatillo que portaba encima, dejó ver, ante la atónita mirada del chamarilero, un hermoso niño que, apenas, atinaba a balbucear y a mover sus bracitos y piernas, al calor del regazo materno.
--Pero quién sois vos? Qué haceis aquí a estas horas, con este niño tan chiquitín?
--Calmáos, Zacarías, solo hemos venido a pasar esta nochebuena con vos, así de fácil.
--Pero señora, no tengo, apenas, nada que ofreceros; soy un pobre entre los más pobres.
--Créis? Acaso carecéis de la fe que os hace andar, con la rectitud que la dignidad imprime? O es necesaria la riqueza para ello?
--Pero señora...
--Vuestra vida, apesar de los múltiples quebrantos, no está llena de esperanza? Y, por último, lo poco que poseéis, no estais dispuesto a repartirlo con quien la suerte le ha sido más ingrata que a vos? Sois rico entre los más ricos, con la condición de que vuestra riqueza nunca estará sometida a los caprichosos vaivenes de la vida.
--Sí, claro, mirado así..., pero, buena mujer, acercáos bien a la lumbre. Mucho frío habeis debido pasar y el pobre niño... . Esperad, debo tener, no sé por dónde, la verdad, pero estaba buscando, una camisa limpia, o lo que queda de ella, con la que podreis arropar al crío; al menos, estará seca.
--No os preocupeis, buen Zacarías, la necesitaréis vos para bajar al pueblo, no?
--Pe.. pero cómo sabeis mi nombre y mis intenciones, señora?
--Tu generosidad trasciende de tu entorno; esa es la razón por la que estamos hoy aquí y no en otro lugar.
--Venga, venga, aquí tenemos..., hoy ha habido suerte porque hasta tenemos una pastilla de turrón.
Así, nervioso, el viejo buhonero iba extendiendo, en improvisada mesa de paja, trozos de pan, chorizo, queso..., todo lo recolectado, en fin, para terminar con la flamante barra de turrón.
--Es que hoy es nochebuena, sabeis? Cuando yo era pequeño, el Sr. Cura nos explicaba que, tal día como hoy, había nacido Dios, bueno, su Hijo, digo yo.Y, aunque nunca lo he visto, pues, cuando todo el mundo lo celebra, algo habrá de verdad, no pensais?
--No sabeis cuán cierto es lo que contáis, Zacarías.
--Esperad, voy a calentar un poco de leche para el zagal, jé jé, tambié tendrá hambre el pobrecillo.
--Y cómo os podré pagar vuestros desvelos?
--Pagar? Tendría que hacerlo yo en todo caso. No sabeis la tristeza de un día de éstos en los que la soledad te hiela el alma, cuando afloran los recuerdos de los momentos que, en su día, fueron felices y que ahora, solo son lastre para una esperanza ya perdida. Nunca pude pensar que íbais a aparecer, como caída del cielo, para acompañar a este pobre anciano, en fecha tan señalada, cuando atisba su ocaso en el horizonte de la vida. Por cierto, no sé cómo os debo llamar, ni vuestra procedencia.
--Mejor así. Mañana, con las primeras luces, nos iremos.
--Pero no os podeis marchar así, con estos fríos. Al menos, dejad que os acerque hasta el pueblo. Teneis, acaso, allí familiares?
--Descansad ahora, Zacarías. Vos sois mi familia en esta noche especial.
--Mirad, os he preparado un lecho, al lado de la lumbre. Es duro, pero, al menos, no pasareis frío y Chisco no os molestará.
--Nunca podríamos dormir en mejor lecho. No guardeis reparo alguno.
El silencio se hizo en la choza. Sólo el crepitar de la lumbre arrullaba la noche. Un dulce sopor se apoderó del anciano chamarilero que hizo su sueño eterno.
Cuando los vecinos, alarmados por la larga ausencia del anciano, al ver al viejo Chisco deambular. solo, por el pueblo, subieron a la palloza abandonada, pudieron observar, estupefactos, cómo Zacarías permanecía dormido para siempre, al lado de una lumbre jóven, apesar del tiempo transcurrido.
A su vera, un canastillo de rosas frescas, impregnaba el ambiente. Su rostro transmitía la tranquilidad del hombre feliz.
Adiós, Zacarías.
Adiós, buen hombre.


Greco

3 Comments:

  • At 10:15 PM, Anonymous Anonymous said…

    Querido amigo Aquilino: cómo me ha caido tan a gusto la ingenuidad, simpleza y profundidad de este relato del chamarilero y por qué no me cuentas qué es un chamarilero. Te besa: Celia

     
  • At 5:27 PM, Blogger Greco said…

    Me alegra, Celia, te gusten mis escritos.
    CHAMARILERO: Persona que se dedica a comprar y vender objetos de lance y trastos viejos.
    Sin. Ropavejero, trapero, prendero, etc.
    Enterada? Me alegro.
    Un beso

     
  • At 2:55 AM, Anonymous Anonymous said…

    Bonjorno, relatosdeesparto.blogspot.com!
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