Relatos de Esparto

Monday, May 21, 2007

EL PERILLÁN DESPERILLADO (final)



Acordándose de su rabadilla dolorida, afanose el fraile en cortar bello hasta donde no lo había, de tal suerte que, al terminar el esquiléo, el pícaro había perdido el conocimiento, trayéndolo, de nuevo, a la vida la vuelta al dolor que le producía el rascado, paciente y concienzudo, al que le sometía el lego.
Así, desollado y como su madre lo trajo al mundo, entre chanzas, mofas e insultos de los viandantes, vino a dar, con su malherido cuerpo, en las heladas aguas de la fuente pública. No sabía si le dolía más el cuerpo por los escozores que le producía el agua sulfurosa, o el alma, por las mofas de sus vecinos que, ajenos al asunto que llevaba entre piernas que no entre manos, tomábanlo por loco, viéndolo de tal guisa, esquilado hasta las cejas y desollado.
Cuando, pasadas las dos horas, atinó, de nuevo, a llegar al convento para terminar con el "tratamiento" a sus males, ya le esperaba el monje, escudilla en mano, para dar por finalizada su venganza, pues no otra cosa era el tejemaneje al que tenía sometido al perillán.
-- Aquí vuelvo, hermano, tal y como dijísteis. Solo os pediría me dejáseis reposar un rato, aunque sea sobre la dura piedra, para que vuelva en mí y sepa quién soy, pues hasta eso he olvidado.
-- No es posible, hijo. Ves esta escudilla? La pócima que os he preparado no admite demora en su aplicación, so pena de perder todos sus efectos benéficos y he gastado con vos todo el preparado del que disponía.
-- Pues, si otro remedio no queda, sea como decís y a todos los santos encomiendo mi ser.
Falta os hará, sin duda, rumiaba el lego, mientras revolvía, sin cesar, el brebaje.
-- Echaos encima de la mesa y mantened las piernas bien abiertas, a fin de que pueda maniobrar con facilidad. Así, así...
-- Ay...!, sabed que noto como si me abriesen en canal.
-- Paciencia, hijo, pronto abandonareis esa sensación, para sentir como si os eleváseis sobre vos mismo.
Dicho esto, sin mediar advertencia alguna, vertió la pócima sobre los genitales del desgraciado truhán que sólo atinó a soltar un alarido sobrehumano, antes de quedar sumido en un sueño del que le costó despertar tres dias con sus tres noches.
-- Me habré pasado con el ácido?..., sólo Dios lo sabe.
-- Dónde estoy? Qué me sucede?
-- Cosa de poco; no resistísteis como habíais prometido, la prueba definitiva, pero Dios sea loado, habeis salido de ésta con severas quemaduras que os evitarán, de por vida, el deseo libidinoso de la carne. A fe que habeis quedado limpio de cualquier enfermedad vergonzosa y os auguro una longevidad que, por otro lado, no sé para qué os va a servir.
-- Y podré andar?
-- Claro, hombre, con muletas, pero sí, andar andareis; lentamente, eso sí. Tampoco os podreis conducir de forma violenta, con piernas y brazos, pero ya los habeis malempleado bastante...
-- Pero es que..., entonces...
-- Tranquilo, hombre, no os exciteis que ello no os reporta beneficio alguno, como tampoco os lo reportó la coz que me dísteis, hace años, a la puerta del convento, recordais?
-- No consigo recordar...
-- Bueno, seguro que ya nunca lo olvidareis. Id con Dios, hermano y cuidad mucho vuestras amistades porque, si teneis que tornar a mí, he dejado poco de vuestro cuerpo por salvar.
Así fue como a aquel buen lego, nunca más le volvió a doler la rabadilla y el perillán tampoco olvidó al buen lego.
Greco

1 Comments:

  • At 12:14 AM, Anonymous Anonymous said…

    Esta noche sí. Esta noche he podido llegar para dejar escrito lo que pienso sobre tu relato de esparto que tanto me ha hecho reir.

    Continúo diciendo que escribes muy bien; que eres ingenioso y que,
    yo aquí no veo a un solo perillán; veo tambien a muchas perillanas. Una, menos perillana que las otras y "asaíta de calor", así que para élla tengo preparado un sombrero viejo y un botijo para achicar "las calores" y para las otras, jejeje te traigo un refuerzo para acabar con éllas y és.. ¡cómo no! Un estropajo de ESPARTO.
    Beso con sabor a..a..a esparto jejeje

     

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